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lunes, 30 de abril de 2012

No es orgullo ni falta de el, es mi forma de ser.
No es que sea tonta (que también), o que no vea lo que hay, es que ya me había acostumbrado
Me acostumbre a estar bien y a estar mal, a mis penas y alegrías del día a día, a las tardes lluviosas y a los días soleados.
Me acostumbre a ciertos abrazos, a ciertas manías, a mas de una metedura de pata
Me acostumbre a estar rodeada de gente, a que no me hiciera falta nadie, a salir por la noche, dormir por la mañana y reir por la tarde.
Me acostumbre a mi vida, a mis tonterías, a mis jajas, a las manos que me sujetaban y a las que no lo hacían.
Me acostumbre a que me miren y se pregunten ¿xq?, a soñar despierta, a la forma de las nubes, a las piruletas de corazón.
Me acostumbre a esa felicidad que obtienes cuando aprendes a aceptar lo bueno y lo malo, cuando eres capad  de convivir con lo que no te gusta, brillar por lo que te encanta y motivarte para cambiar el mundo.
Y entonces llegaste tu y te fuiste

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